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lunes, 23 de septiembre de 2013

EL PAISAJE



Hay una cinta violeta de recortados perfiles, concurso
metafísico de la cordillera distante, con bermejas
irisaciones que auguran perspectivas.

Es el horizonte. La cama lineal donde duermen los Puntos de fuga. Esa línea tumbada que hospeda recuerdos enquistados en un tiempo que añoran pupilas maestras, última meta del ojo sorprendido por tantos planos que se alejan.

También están, en la lejanía las siluetas de catedrales, hijas rebeldes de un Olimpo que desapareció con la llegada de monoteístas deidades. Asimismo se columbran en otros formatos, calles, plazas, y los unicornios truncados de rascacielos mal plantados. También hay greñas hirsutas de un bosque maltrecho y un lago enteco que muestra en su vientre plano el espejo de ortos cansinamente repetidos. 

Con estas lontananzas que se pierden entre masas grisáceas y violetas, el pintor construye los últimos términos de sus geniales paisajes. 


Jaime Galdeano





martes, 17 de septiembre de 2013

EL OCASO


Pienso en las flores. En su polen, como inquietante viajero que busca el lugar donde perpetuarse; o en la tarde cuando clonación los últimos rayos del sol, etérea y cansina, hasta desarrollar la fórmula secreta de las sombras alargadas del otro.


EL OCASO. (Jaime. Acuarela 50x35 cms.)




lunes, 16 de septiembre de 2013

EL BARRENDERO





                   El barrendero trata de ensuciar los pies en las elecciones para mezclarte con el resto de la basura, como si fueras solamente algo al margen de tu propia coherencia.




¡Cómo crecen los niños entre los guijarros dispersos de los días!

Del gesto a la palabra, del palote a la lectura, los héroes que habitan en los dibujos se instalan en las testas inmaduras de los que mañana serán ceñudos adultos que nos gobernaran.

También crece el tilo en este jardín cada día más espesos y el misterio verde de sus hojas es el hospedaje del pájaro huérfano que ignora el golpe frío del próximo invierno. 

Y yo aquí, entre el asombro y la ignorancia, recojo a puñados el resto de la vida que me queda sin que mis manos puedan trazar, en el equinoccio del futuro, los rasgos dorados que arman las puertas a del Eden. 


Jaime Galdeano